(Señor) Mírame y ten misericordia de mi,
porque estoy solo y afligido
Salmo 25:16
A menudo creemos poder dirigir nuestra vida en forma muy autónoma, tomando decisiones, sintiéndonos auto suficientes. Pero cuando algo comienza a salir distinto a lo que esperamos, o definitivamente es malo, entonces volvemos la mirada al cielo; nos sentimos solos y la aflicción nos invade. En esos momentos, tal vez, nos gustaría que Dios nos "hablara" con voz audible.
¡Qué saludable es reconocer ante Dios que nos hemos equivocado!, como el salmista que dice: Mírame y ten misericordia de mi.
Dios en su infinita misericordia puede volver nuestros dolores en una bendición, un medio de aprendizaje y purificación.
En la antigüedad, la enfermedad y el dolor del hombre eran considerados un castigo por sus pecados. Hoy podemos afirmar con completa certeza, que Dios da significación al sufrimiento humano, transformando esta circunstancia en un medio para encontrarnos con la mirada divina, siempre llena de compasión y misericordia.
El salmista termina diciendo: "redime Dios a su pueblo de todas sus angustias"
dibujo
Carmen Aldunate
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