lunes, 5 de septiembre de 2011

Esperaré



Me anticipé al alba y clamé;
esperé en Tu Palabra
Salmo 119: 147

Hay ocasiones en que el alma tiene verdadera urgencia por encontrar respuestas de parte de Dios. En estos versos el salmista, al parecer, tiene tal ansiedad por esa palabra que necesita, que se levanta antes del amanecer.


Me ha sucedido así un par de veces.  La inquietud parece comenzar a crecer y crecer, y entonces no queda más que mirar al cielo.
Pero las promesas de Dios para sus hijos están allí y permanecen; son válidas aun en nuestros días.  Desde mi punto de vista, Dios no espera que le creamos para cumplir lo que nos ha prometido. Lo verdaderamente difícil es la espera. Ya sabemos que el tiempo de Dios es distinto de nuestro tiempo. El Apóstol San Pedro lo expresa de la siguiente manera: "amados, no ignoréis que, para el Señor, un día es como mil años y mil años como un día"


La protección de Dios, su bondad y su misericordia no cambian.

¡Gracias Dios por tu palabra, que día a día 
nos anima a seguir confiando en ti!



Dormidos en la costa
Nemesio Antúnez

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